Miguel Ángel, entre Adán y Dios existe una ligera distancia

LECTURA.- Una vez en Roma, es casi imperdonable no apartar entradas para ver, en carne propia, la obra maestra que dejó plasmada Miguel Ángel en el recinto más sagrado del Vaticano: la Capilla Sixtina.


Para el pintor, entre Adán y Dios existe una ligera distancia entre los dedos que se ha prestado para múltiples interpretaciones. Así mismo, la forma ‘cerebral‘ de la concha que escuda a los ángeles y a Dios, ha sido sujeto de diversas teorías acerca de su significado.


Cuando, en 1512, Miguel Ángel finalmente completó el fresco del techo de la capilla Sixtina, considerada una de las obras más famosas de la historia del arte, los cardenales responsables de comisariar las obras pasaron horas mirando y admirando el magnífico fresco. Después del análisis, se encontraron con el maestro de las artes, Miguel Ángel y, sin ninguna vergüenza, discreparon.

El descontento, obviamente, no fue con todo el trabajo, sino con un detalle, aparentemente sin importancia. Miguel Ángel había diseñado el panel de la creación del hombre con los dedos de Dios y Adán, tocándose. Los sanadores exigieron que no hubiera contacto, pero que los dedos de ambos se mantuvieran separados y más: que el dedo de Dios siempre se estiraba al máximo, pero que el dedo de Adán tenía la última falange contraída. Un detalle simple pero con un significado sorprendente: Dios está allí, pero la decisión de buscarlo depende del hombre. Si quiere, estira su dedo, lo tocará, pero no queriendo, puede pasar toda la vida sin buscarlo. 


La última falange del dedo contraído de Adán representa el libre albedrío.

Miguel Ángel acompaña el clímax visual que maneja en la bóveda con un clímax conceptual, al ubicar en el centro de la misma la creación de Adán, el principio de todo, el principio de la historia de la humanidad. En ese principio, el hombre, Adán, aparece plácido, tranquilo y en contacto directo e íntimo con su Creador, estado que Miguel Ángel comunica a través de la mirada entre los dos y el sutil toque de sus dedos. Un contacto emocional pero también un contacto físico.

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