El mal hábito de la procastromación

LECTURA.- 

Si alguna vez has retrasado una cita con el médico, has pospuesto para el próximo mes el propósito de apuntarte al gimnasio y nunca encuentras el momento de ordenar esos malditos papeles o arreglar el grifo de la cocina que gotea... tranquilo, no eres el único. 



Un muy mal hábito que muchos tenemos desde la edad escolar hasta la edad mayor ya en lo laboral es la procastrinación.  

En wikipedia se encuentra la definición de Procrastinación:

“La procrastinación (del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, mañana), postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables por miedo o pereza a afrontarlas.”

No es un problema trivial, ya que representa un profundo problema de autorregulación que puede tener graves consecuencias.

El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente sin tener una fuerza de voluntad para concluirla. 

Los procrastinadores se autosabotean poniendo obstáculos en su propio camino. Las personas se comportan así porque creen que el día de mañana será más adecuado para poner en práctica lo planeado

El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro, en que lo importante es supeditado a lo urgente.

Los individuos de la sociedad actual, se caracterizan por desarrollar varias actividades a la vez, lo cual puede ser contradictorio para no llevar a cabo exitosamente ninguna actividad

Pretender resolver actividades del hogar, escuela, trabajo y cuestiones sociales, sin considerar que dichas acciones requieren de esfuerzo, tiempo y dedicación para su elaboración, por lo que la complejidad de dichas actividades incrementa, y por consiguiente su resolución se posterga sin obtener resultados favorables para ninguna.


Procrastinar evidentemente afecta nuestra productividad.

Procrastinar es aplazar una obligación o un trabajo sustituyéndolo por otras situaciones más irrelevantes.

El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente sin tener una fuerza de voluntad para concluirla. 

Pero eso quizás sea lo de menos, ya que estudios recientes muestran que también afecta nuestra salud, al crear una atmósfera de microtensión permanente que pende sobre nuestra conducta. Según el Dr. Joseph Ferrari de la Universidad de DePaul, los procrastinadores no sólo tienen niveles más bajos de autoestima, tienen más problemas para mantener relaciones estables y más problemas para autorregularse, también, se enferman más.  ”La investigación del sector salud muestra que se enferman más. Tienen más dolores de cabeza y problemas gastrointestinales”.

Los procrastinadores buscan distracciones activamente. La comprobación de correo electrónico es casi perfecto para este propósito. Se distraen como una forma de regular sus emociones negativas, como el miedo al fracaso.

Ferrari atribuye esta patologización al silencioso enemigo del hombre moderno: el estrés. “Es la preocupación la que causa daño. Así que tenemos implicaciones de salud, implicaciones sociales e implicaciones personales”. En otras palabras, la procrastinación es una espiral integral descendente que poco a poco horada tu vida. Suena terrible, pero, ¿es suficiente para motivarte a hacer lo que tienes que hacer?

Ferrari sugiere que nuestra sociedad debería de fomentar una cultura de cumplir con los plazos indicados y no estirar la liga. Es decir, no crear una noción implícita de que las fechas de entrega siempre pueden ser postergadas y que cuando decimos que algo es para un día o una hora en realidad estamos diciendo que es para un día o una hora más tardía. 

Si seguimos las leyes de la naturaleza, lo más probable es que nos mantengamos sanos y satisfechos –no es casualidad que una enfermedad sea llamada también un desorden, es decir, una violación de las leyes naturales. 

Los procrastinadores pueden cambiar su comportamiento, pero al hacerlo consumen una gran cantidad de energía psíquica. Y no significa necesariamente una transformación profunda y eficaz.


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